“…la migración que llega a
Tijuana es de carácter
humanitario y así debe ser
atendida. Pero mi punto de vista es que, si una familia no tiene razón fundamental grave, no se mueve de sus casa, no va a andar con niños y abandonando su lugar de origen, si no hay una razón fundamental; la gente cuando está bien, aunque llegue supermán a invitarlos a salir de ahí, no van a salir”.
La migración cambia y la ciudad también.
Antes la migración que llegaba a Tijuana era de paso, la gente llegaba, esperaba 3 días y cruzaba a EU de manera indocumentada con algún “pollero” (como
se les llama coloquialmente); quizás en ese intento los deportaban a Tijuana, esperaban unos días y hacían otro intento;
así hasta que finalmente lograban cruzar.
Además, estaban también las personas deportadas de los Estados Unidos que lo
que requerían era quizás un albergue, un espacio por un tiempo para poder emprender su vida.
Ahora lo que tenemos es un fenómeno distinto, ahora se presenta una migración
forzada, que es más bien de personas que están buscando el refugio o el asilo en
Estados Unidos, que se enfrentan a una frontera cerrada por políticas migratorias restrictivas, lo que ha generado una crisis
humanitaria y ha convertido a Tijuana en una enorme estación migratoria.